A medida que envejecemos, el tiempo va dejando su huella en nuestro rostro de diversas maneras, mejillas menos llenas, surcos más profundos, labios afinados, arrugas más marcadas, rebordes mandibulares menos definidos, exceso de piel y grasa a nivel cervical entre otras manifestaciones.

Cuando este proceso comienza y sus signos son incipientes, es factible tratarlo de manera conservadora o minimamente invasiva mediante rellenos, toxina botulínica, peelings entre otros. Más adelante se va haciendo necesaria la reposición de tejidos de manera quirúrgica, lo cual se logra mediante un lifting facial.

En esta intervención, se procede a efectuar un despegamiento de la piel de las estructuras afectadas, reposicionando las mismas y resecando luego el excedente cutáneo. Las incisiones utilizadas generalmente dejan cicatrices inconspicuas y serán mas o menos extensas de acuerdo a la magnitud del procedimiento.

La anestesia a utilizar puede ser general o bien local con sedación en ciertos casos. Es común combinarlo con cirugía de párpados y de cejas de manera de restituir la armonía del óvalo facial. Los mejores candidatos se encuentran en personas de 40 a 60 años en los que la piel conserva propiedades elásticas y firmeza y en las cuales el proceso de reabsorción ósea facial no está tan avanzado, aunque también pueden obtenerse excelentes resultados en personas mayores. Es importante el estado de salud del paciente a fin de evitar complicaciones como hematomas o sufrimientos de la piel, cosas que serán adecuadamente conversadas con el cirujano en la visita preoperatoria. Esta cirugía implica un procedimiento de precisión aunque seguro en manos de un cirujano calificado. La recuperación es generalmente de 7 a 14 dias dependiendo de la magnitud del despegamiento, pudiendo retomar actividades livianas a los 10 dias y mas vigorosas a partir del mes aproximadamente.

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